LA BEBIDA DEL PERU
Nosotros los peruanos tenemos un amor primigenio, básico y fundamental por aquellos sabores que miman nuestro paladar. No es ninguna novedad que alrededor de una mesa encontramos un medio para expresar nuestra identidad y nuestra forma de ser peruanos. Así, este post va dedicado al acompañante ideal de nuestras comida, aquella bebida que desplazo a la chicha morada de las mesas de nuestros abuelos, y cuyo sabor burbujeante, casi en dorada ebullición se ha convertido en el preludio del sabor, en un estimulante para un placer tan fundamental como es el comer. Por eso, nuestra Inca Kola de toda la vida, no la cambiamos por ninguna.
Y más ahora, en estos meses de verano sofocante, de escapadas playeras del fin de semana, de tardes en piscina para tratar de refrescarnos, pues este sol extraño, nos aturde por las tardes y nos hace más lentos. Es justo en esos momentos en que es ideal una Inca Kola heladita, algunos podrían preferir una chela bien helena. Pero al final de cuentas, lo que se quiere es cualquier bebida que refresque la garganta y nos saque del letargo veraniego. ¡Cómo extraño el invierno, caraxo! Porque estoy sudando como chancho mientras escribo estas líneas, pese a que estoy al lado de la ventana abierta de par en par y con un ventilador que poco hace para refrescar esta tarde. Daría lo que fuera por una Inca, aunque para eso debería ir a un grifo que me queda mas cerca que la bodega de la avenida y menudo lío, esperare a que caiga el sol, mientras pienso en la amarilla burbujeante, así que allí voy.
En los primeros años del siglo XIX, la familia inglesa Lindley se muda a un país llamado Perú, para empezar un negocio de fabricación de bebidas gasificadas en la Lima de antaño. Aunque pasarían muchos años para que Inca Kola viera luz y se convierta en un referente de peruanidad dentro y fuera de nuestras fronteras. En sus inicios lo tuvo difícil, pero poco a poco empezó a endulzar los paladares peruanos hasta que se hizo un lugar desde donde ahora, mítica e inamovible contempla campañas millonarias para igualarla, desprestigiarla o simplemente robarle consumidores. Pero Inca Kola tiene su publico cautivo ganado tan honestamente a lo largo de los años y eso, es merito suficiente para continuar con estas líneas.
¿Dónde radica la magia? Pues en el matrimonio comida peruana-Inca Kola, tantos años de propaganda visual y acústica han hecho inconcebible desligar a una de la otra. Pues combina con todas las comidas. Un ceviche con Inca Kola, un lomo saltado con Inca Kola, un chifa bien taypa con Inca kola. No hay manera, o acaso... ¿te imaginas combinando un ka lum wantan con una Pepsi?, ¿un arroz con pollo con Mirinda limonada (q.e.p.d.)?, ¿un seco con fréjoles con una Fanta? Pues no, difícil pretender cambiar tanto y contentarnos con otras bebidas, quizás lo hacemos pero solo como segunda opción. Y si, ese es el premio consuelo en este país de las maravillas, en donde se acepta la Inca siempre, de regreso a casa, después de un partido de fútbol, obviamente con las comidas; a las demás las dejamos para de vez en cuando, como para no extrañarlas.
Es una costumbre que se toma de buena gana, salir a comer en un restaurante de barrio (nada ostentoso pero con una sazón de los dioses) y comprobar con agrado que existe un Inca Menú. Las flacas aquellas que les gusta todo súper light y cero calorías, también están en su salsa pues la Inca se preocupa de sus necesidades y tiene su versión cero azúcar pero con el mismo sabor. ¿Cómo ser ingrato con la bebida de sabor nacional? Con ese saborcito dulzon que no empalaga en demasía, con ese gas en perfecta simbiosis con su sabor, con ese colorcito amarillo chillón que estimula y alegra el día. ¿Difícil, cierto?
Hace un par de años empezó a circular un rumor nada empalagoso, Inca Kola del Perú, para el mundo, promesas venidas de fuera con el pretexto de lanzarla al mercado foráneo como otra de nuestras contribuciones al mundo. Pero siempre se cumple eso de mucho ruido y pocas nueces, porque al final quienes terminaron sacando la chequera por la Inca fueron los gringos de la Caca Kola (y esta bien escrito), quienes artífices de estrategias multimillonarios decidieron comprarle a la familia Lindley el 50% de las acciones de la compañía para terminar celebrando su propia derrota.
Con el paso de los a los y luego de tantas promesas, la Inca no migró, se quedo aquí, para los peruanos. Por suerte, gracias a este mundo sin fronteras, nuestros compatriotas fuera de nuestras fronteras pueden conseguirla en expendios latinos o a través de internet. Todo vale para recordar un poco el terruño, los sabores aquellos que se cocinaban en casa y eso vale su cometido.
Los extranjeros que visitan el Perú, no solo descubren sus maravillas naturales, históricas, astronómicas; sino, encuentran una extraña bebida de sabor indefinible y colorida. La prueban, a veces les gusta; otras veces no, pero así es la vida. La Inca es peruana, para los peruanos y quizas uno que otro foráneo que le engatusa el paladar, acostumbrado a la sosa Coca Cola. Misión cumplida.
Aunque no todos piensa lo mismo que yo, pues hay algunos que no la pasan, no la tragan, la detestan. Quizas el paladar extranjero no esta acostumbrado a su sabor (como le paso a la presentadora argentina del programa “Ciudades y Copas”), lo cual es comprensible.
Pero hay compatriotas también en la nomina, cosa que no comprendo. Y a lo largo de los años me he topado con algunos, no son muchos, por suerte. Pero su posición –en teoría- es igual de respetable, pero yo no los entiendo. ¿qué puede ser mas peruano que el ceviche, la causa limeña, el pisco o la Inca Kola? ¿Qué motiva a aquellas personas para preferir sabores por demás de artificiales (no como la Inca que sabe a hierva luisa)? Hablen ahora o callen para siempre.
Y más ahora, en estos meses de verano sofocante, de escapadas playeras del fin de semana, de tardes en piscina para tratar de refrescarnos, pues este sol extraño, nos aturde por las tardes y nos hace más lentos. Es justo en esos momentos en que es ideal una Inca Kola heladita, algunos podrían preferir una chela bien helena. Pero al final de cuentas, lo que se quiere es cualquier bebida que refresque la garganta y nos saque del letargo veraniego. ¡Cómo extraño el invierno, caraxo! Porque estoy sudando como chancho mientras escribo estas líneas, pese a que estoy al lado de la ventana abierta de par en par y con un ventilador que poco hace para refrescar esta tarde. Daría lo que fuera por una Inca, aunque para eso debería ir a un grifo que me queda mas cerca que la bodega de la avenida y menudo lío, esperare a que caiga el sol, mientras pienso en la amarilla burbujeante, así que allí voy.
En los primeros años del siglo XIX, la familia inglesa Lindley se muda a un país llamado Perú, para empezar un negocio de fabricación de bebidas gasificadas en la Lima de antaño. Aunque pasarían muchos años para que Inca Kola viera luz y se convierta en un referente de peruanidad dentro y fuera de nuestras fronteras. En sus inicios lo tuvo difícil, pero poco a poco empezó a endulzar los paladares peruanos hasta que se hizo un lugar desde donde ahora, mítica e inamovible contempla campañas millonarias para igualarla, desprestigiarla o simplemente robarle consumidores. Pero Inca Kola tiene su publico cautivo ganado tan honestamente a lo largo de los años y eso, es merito suficiente para continuar con estas líneas.
¿Dónde radica la magia? Pues en el matrimonio comida peruana-Inca Kola, tantos años de propaganda visual y acústica han hecho inconcebible desligar a una de la otra. Pues combina con todas las comidas. Un ceviche con Inca Kola, un lomo saltado con Inca Kola, un chifa bien taypa con Inca kola. No hay manera, o acaso... ¿te imaginas combinando un ka lum wantan con una Pepsi?, ¿un arroz con pollo con Mirinda limonada (q.e.p.d.)?, ¿un seco con fréjoles con una Fanta? Pues no, difícil pretender cambiar tanto y contentarnos con otras bebidas, quizás lo hacemos pero solo como segunda opción. Y si, ese es el premio consuelo en este país de las maravillas, en donde se acepta la Inca siempre, de regreso a casa, después de un partido de fútbol, obviamente con las comidas; a las demás las dejamos para de vez en cuando, como para no extrañarlas.
Es una costumbre que se toma de buena gana, salir a comer en un restaurante de barrio (nada ostentoso pero con una sazón de los dioses) y comprobar con agrado que existe un Inca Menú. Las flacas aquellas que les gusta todo súper light y cero calorías, también están en su salsa pues la Inca se preocupa de sus necesidades y tiene su versión cero azúcar pero con el mismo sabor. ¿Cómo ser ingrato con la bebida de sabor nacional? Con ese saborcito dulzon que no empalaga en demasía, con ese gas en perfecta simbiosis con su sabor, con ese colorcito amarillo chillón que estimula y alegra el día. ¿Difícil, cierto?
Hace un par de años empezó a circular un rumor nada empalagoso, Inca Kola del Perú, para el mundo, promesas venidas de fuera con el pretexto de lanzarla al mercado foráneo como otra de nuestras contribuciones al mundo. Pero siempre se cumple eso de mucho ruido y pocas nueces, porque al final quienes terminaron sacando la chequera por la Inca fueron los gringos de la Caca Kola (y esta bien escrito), quienes artífices de estrategias multimillonarios decidieron comprarle a la familia Lindley el 50% de las acciones de la compañía para terminar celebrando su propia derrota.
Con el paso de los a los y luego de tantas promesas, la Inca no migró, se quedo aquí, para los peruanos. Por suerte, gracias a este mundo sin fronteras, nuestros compatriotas fuera de nuestras fronteras pueden conseguirla en expendios latinos o a través de internet. Todo vale para recordar un poco el terruño, los sabores aquellos que se cocinaban en casa y eso vale su cometido.
Los extranjeros que visitan el Perú, no solo descubren sus maravillas naturales, históricas, astronómicas; sino, encuentran una extraña bebida de sabor indefinible y colorida. La prueban, a veces les gusta; otras veces no, pero así es la vida. La Inca es peruana, para los peruanos y quizas uno que otro foráneo que le engatusa el paladar, acostumbrado a la sosa Coca Cola. Misión cumplida.
Aunque no todos piensa lo mismo que yo, pues hay algunos que no la pasan, no la tragan, la detestan. Quizas el paladar extranjero no esta acostumbrado a su sabor (como le paso a la presentadora argentina del programa “Ciudades y Copas”), lo cual es comprensible.
Pero hay compatriotas también en la nomina, cosa que no comprendo. Y a lo largo de los años me he topado con algunos, no son muchos, por suerte. Pero su posición –en teoría- es igual de respetable, pero yo no los entiendo. ¿qué puede ser mas peruano que el ceviche, la causa limeña, el pisco o la Inca Kola? ¿Qué motiva a aquellas personas para preferir sabores por demás de artificiales (no como la Inca que sabe a hierva luisa)? Hablen ahora o callen para siempre.
Quien sabe, quizas algún bloggero pueda darme la respuesta, aunque estoy seguro que a la mayoría le fascina, cosa que también me gustaría comprobar. Así, que ahora les toca a ustedes, dejen que hable su paladar y respondan sin concesión.
6 Comments:
A MI ME GUSTA LA DIET COCA COLA, SNIF NADIE ES PERFECTO, PERO QUE SERA MAS PERUANO, COMO CHILENA QUE SE YO JAJAJA.
BESITOS APRA TI,
MAR
La Inka Kola me gusta, pero he de confesar que su sabor ha cambiado mucho desde que la Coca Cola la adoptó. Como es eso? Bueno, no se si lo han notado, pero la Imka una vez abierta pierde el gas dentro y el sabor de una "gaseosa" sin gas es terriblemente mala (y eso que hay gente así).
Por suerte aprendi un truco para evitar que eso suceda y poder disfrutar mas d ela bebida de sabor nacional por mas tiempo.
Y si, es cierto, nada como una Inka para acompañar a todas las comidas. Dicen que la Inka combina con todo menos trago, pero hay gente que la mezcla con chela (no soy fan de ello, ok?).
Slaudos Inka Koleros!
Totalmente de acuerdo Pao, la Inca Kola es riquísima y combina con todo... De hecho se le extraña...
Acá en Chile Inca Kola ha abierto una planta en Renca así que en algunos lugares la consigues, pero siento que le falta un poco de gas, definitivamente no es el mismo sabor, pero al menos es un pequeño consuelo para los peruanos que vivimos por acá...
Saludos!
mmmm, nunca me gustó la inka cola... me quedo con la típica cocacola! (Quizás sea costumbre)
Un abrazo
Aqui en Santiago gracias a Dios no es dificil conseguirla, porque es una delicia tomar una Inca Kola heladita, que a nuestros amigos chilenos también les agrada disfrutar, cuando los invitamos a comer nuestra deliciosa comida peruana.
Cariños
yo..ya sabes, MUERO POR LA INCA KOLA; para mi combina con todo, menos..con trago verdad, pero asi con todo, a veces, ahora que estoy tan lejos, muero por tomarme un sorbito ;o)
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