TARDIA NAVIDAD
Pero volvamos al sábado, rápidamente.
Pues para variar la noche del sábado al domingo se me ocurrió la genial idea de pernoctar toda la noche. La excusa: una película navideña (que me prometí no ver) iba a ser transmitida por un canal nacional a las 6 am, y es la peli que mas me gusta de todas las navideñas. No se si se los había contado pero es Historia de Navidad en versión Muppet, con Mr. Scrooge interpretado por Michael Caine y los demás peluches animados en el reparto cantando y bailando en la Inglaterra victoriana.
En casa todos entraron en trompo: mi hermano peor que flaca se hizo un “corte de cabello” especial para la ocasión. Con el poco cabello que tiene solo podría innovar con extensiones rastas, pero mi sugerencia fue desechada de inmediato. Mi viejo fue a comprar la canasta navideña idónea para ofresercela a la señora que nos cocina en la casa y todas las que vio tenían un defecto, que si le faltaba esto o que si le sobraba aquello. Y como resultado casi se convierte en Santa Claus y llega a la medianoche, exagero. Llegó con su flaca plan de las 7 pm. Justo a tiempo pues la seño que nos cocina en casa ya se estaba retirando para pasarla con los suyos.
En otras navidades esta señora la que se encarga de la cena navideña casi en su totalidad, así que el cambio de sazón iba a ser muy notorio. Yo solo pedía que la cena navideña estuviera digerible.
La idea era llegar a la casa de la novia en calidad de infiltrados de honor para las 9 de la noche. Pero a esa hora recién se aparecía mi hermano para meterse recién en la ducha. Yo ni me inmute, sabia que no podríamos salir de casa si es que primero no llegara mi hermano así que me hice de rogar para empezar la faena esa de ponerse waperas.
Cuando al fin estuvimos todos listos (papá, novia de papá, “el novio de América” y este pechito) y mientras yo me deshacía en silbidos piropescos –pero curiosamente nadie me dijo nada a mi-, nos fuimos en el auto de papá. Ya íbamos a mitad de camino cuando a mi viejo se le ocurre decir unas palabras semi-solemnes sobre lo que iba a acontecer esa noche, cuando mi hermano lo comienza a putear todo histérico –jajaja-, el motivo era que habíamos olvidado en casa el postre para después de la cena, un tiramisú que finalmente no llegamos ni a probar pero que en ese momento nos pareció urgentísimo y tuvimos que volver a por ello.
Llegamos a casa de la novia, escena tétrica: la presentación. Entre el alboroto recuerdo estas dos cosas:
1.- La sobrina de la novia, una mocosa súper alegre que se presentaba solita y hablaba que esa noche conoceríamos a su dinosaurio robotico.
2.- La tía de la novia, quien tenía unas tetas enormes y espigadísima ella gracias a sus supertacos, que provocaba que su pechonalidad estuviera a la altura de mi nariz. Casi nos arranca los ojos a mi y a mi viejo, pues por ahí llegue a escuchar: “Discúlpeme usted, no era intención”.
3.- La novia se le pego como chicle a mi hermano y no se despegaron en toda la noche. Chaparon rico en nuestras caras, y le hicieron recordar a los solteros de la velada (hermano menor veinteañero de la novia y este pechito solterisimo) los “derechos” que se tienen al andar de amores.
Luego de respectiva introducción, anécdotas infantiles, y demás comentarios intrascendentes (o sea, que no se referían a mí), mi hermano fue al grano y se levanto:
Tenia su discursito memorizado porque le salio muy bien, y dejo en claro que el no estaba “pidiendo la mano” de su flaca, sino, que el estaba “informando” a la familia los deseos que tenia de ser la mascota pisada de la flaca. Blah-blah-blah.
Mi viejo: embobadísimo, apretando la mano de su novia hasta que esta lanzo un chillido curiosamente pendenciero.
Yo me cagar de risa pero no podía, supuse que mi viejo merecía sus cinco minutos de fama, que diga, de felicidad. La novia empieza a moquear, a moquear a chorro, a salpicar lágrimas que rebotaban en el piso con tal fuerza que su papa le tuvo que alcanzar un Tissue. Mi hermano seguía deschavandose y ganándose el aprecio de la familia de la (ahora si) novia y para no desentonar se une a los lloriqueos.
- ¡Carajo, se hombre! – me escucho mentalmente vociferar.
- ¿Estas segura que quieres casarte con este estropajo de hombre? – me oigo mentalmente increparle a la novia.
- ¿Y ustedes quieren a otra “hija” en su familia? – su yapita para los padres de la novia. La madre, un poco distante demuestra que no es de piedra y por ahí desliza su lagrimita de cristal, como prueba de que es humana. Nadie la mira.
- ¡Padre!… ¿pero que coño le pasa a tu chaval? – mi viejo conmovido se autoflajela para no empezar a moquear el también.
Mi hermano saca un anillo de una cajita y se lo pone en el dedo de la flaca que parecía gelatina y casi no podía mantenerse en pie.
La escena es coronada con el ingreso del servicio domestico con copas de espumante en fuente, ya servidas, listas, perdiendo casi sus burbujas. La escena me parece tontísima y discúlpenme los románticos incurables. Todos nos levantamos y empezamos a felicitar en medio de abrazos y lapitos de consuelo a los prometidos. Quienes para ese momento no tienen reparos en llorar a moco tendido y nos empachan a los presentes con su felicidad… y sus mocos. Los últimos en los abrazos son el hermano menor de la novia, la hermana mayor de la novia (quien había tenido una cesárea en menos de una semana y era evidente que preferiría estar en su cama, a donde se fue luego de la felicitación) y yo, que para cuando me dispongo a darle su abrazo (con su respectivo beso) a la novia piso algo blandito y se escucha un: ¡Miaaaaaaaauuuuu!, le había chancado una pata con mi zapatito Bass (talla 44 según nuestro sistema de medición de pies) al gato persa y mascota familiar, quien para ese entonces también… lloraba.
Luego que había terminado el circo recién empiezan las fotos y la filmacion, muy tarde, pues en el comedor de la casa ya estaba servida la cena. Y hacia allá me dirigía.
Me sentaron al lado de la madre de la novia y de la novia de papá, en otras palabras, genial… no tendría a nadie al lado para conversar, jajajaja. Es broma, que ya me compre el manual de cómo querer a la madrastra.
En nuestros platos vacíos nos sirvieron dos rodajas de pavo a todos ( y no hubo nada, de que yo no quiero, pues nos los enyugaron) y teníamos en la mesa como guarnición: puré de camote (rico, pero no tanto), puré de manzana (rico, pero a nadie se le ocurrió sacarle las rajas de canela y el clavo de olor), papas horneadas. Luego llego otro plato con dos porciones de lechón ahumado (que estuvo rico, pero yo lo hubiera puesto opcional no a todos es de su agrado, pues la novia de papá no sabia que hacer), con las ensaladas Waldorf (que no llegue a probar), de frutas (DELICIOSA, y con el sabor del cerdo se acoplaba muy bien) y la de jamón (aunque con demasiado aderezo), finalmente y en otro plato, entro el jamón glaseado (que estuvo bueno, pero yo lo hubiera servido en primera opción), y había pimientos con ají encurtidos, para acompañarlo pero no lo llegue a probar.
Luego, llego el chocolate caliente y el panetón (que repetí dos veces el primero y tres veces el segundo) y en el momento que debió haber llegado el postre, ya era un exceso así que todos pasamos de él.
Iba a escribir de la sobrina de la novia, pero ya es demasiado. Solo les cuento que me cayo muy bien y eso es mucho decir, pues yo sufro de pequeñitis aguditis, normalmente los niños no me entusiasman mucho, pero la chibola esta si era un pancito y me pareció súper simpática. Además, la caja mas grande bajo el árbol (de aproximadamente 1.20 mt. de alto) era su bendito dinosaurio robotico con sensor de movimiento, que era una joyita, me gusto mucho y por poco no tiro al piso a jugar con ella como en mis años de chiquitititud.
Mientras se abrían los regalos bajo el árbol, la madre de la novia quiso coronarlo con una estrella de cristal muy lindo. Pero lamentablemente perdió el equilibrio y se sujetó del árbol de 1.80 mt. para no caer, y el pobre árbol se vino abajo con todo lo que tenia en él. Quien vio por ahí la película Triunfos Robados (no recuerdo su titulo en ingles), esa de Kristen Dunst como capitana de porristas que debe soltar a propósito el “bastón del espíritu” y todos se lanzan para evitar que este toque fondo. Pues paso una escena muy similar, el hermano del novio, mi hermano y yo, nos lanzamos para evitar que caiga el árbol, pero fue demasiado tarde. Curiosamente el árbol cayó sobre el gato-mascota, por lo que este tuvo que buscar otro lugar para llorar sus penas.
Amigos bloggeros, les deseo un feliz Año Nuevo, visitaré sus blogs a mi regreso en enero, pero no se preocupen pues les mando mucha buena vibra a cada uno de ustedes, que no me olvido. Cuídense mucho y pásenla muy bien, feliz 2007. Y hasta entonces. Un abraxo para todos.