miércoles, noviembre 21, 2007

ME LLAMAN COTILLA

Cuando me presenté a la tercera entrevista laboral, no tenía muchas espectativas; lo que si tenía muy claro era que quería poner en practica todas aquellas necedades aprendidas en la cantera universitaria. Para mi sorpresa, dos horas después de la entrevista me llamaron a mi teléfono celular (sí, ya tengo uno... el primero) y me informaron que me presente al día siguiente a las 9 am. para empezar con la faena del trabajo. Salté hasta el techo, di brincos por todo mi dormitorio y me propuse conocer mis capacidades; dar vuelta a la hoja de la desmotivación y el desencanto pre-profesional y empezar de cero.

Así, un día jueves empecé a producir dinero con el sudor de mi frente, nada especial en realidad, en los últimos años había estado haciendo prácticas no remuneradas en el interior del país durante las vacaciones y he trabajado realmente desde que tenía 16 años. Pero esta vez era diferente, no capté el detalle del por qué pero lo sentí así desde el primer momento.
Llegué a mi centro de labores con humildad, sabiendo que aprendería más de lo que aprendí en las aulas y las granjas ocacionales, aunque era un trabajo algo ambiguo pues curiosamente no sería en campo, si no, casi de oficina y más enfocado a la investigación y desarrollo de proyectos agrarios y ganaderos.
Lo primero que me impresionó fué el ambiente laboral, bastante campechano y con excesos de camaradería; pensé que no había manera de que me adaptara a algo así, pues desde mis primeros cursos de carrera te meten la idea de que uno terminará trabajando fuera de la ciudad, en el campo, en contacto directo con la realidad de un país tan disimil como lo es el Perú.

En contra de mis espectativas iniciales empecé a aislarme de mis compañeros de trabajo, mantuve un perfil bajo y mi intención era pasar completamente desapercibido; total, este trabajo es momentaneo -pensé-, hasta que obtenga mi título como ingeniero y me proponga nuevas metas. Así, con esa perspectiva empezaron a transcurrir los primeros días y semanas. Lo más curioso era que llegaba realmente cansado a casa, más que cuando era tesista y la jornada -a pesar de su brevedad- fué maratónica, y practicamente llegaba a casa sólo para dormir y zafar al día siguiente. La realidad es que sucumbí al horario, la monotonía inicial y eso de tener parámetros estrictos me afectó realmente; ya que estaba adiestrado a seguir una agenda establecida por los designios del libre albedrío que es lo usual cuando se trabaja con animales y no es posible "estandarizar" a la naturaleza.

Lo curioso empezó a darse hace un par de semanas, me empecé a acoplar a mis congéneres de manera sutil, casi imperceptible y me gané el respeto y la confianza de la muchachada (sí, todos somos muy jóvenes en el área donde me desempeño). Y empezaron a surgir en mi panorama días muy extraños, en los cuales recién acabada la jornada me daban ganas de seguir trabajando y volver temprano al día siguiente para seguir poniendo mi granito de arena en la fértil y despavilada economía peruana. Aunque esos matices no eran causados por un amor patriótico, si no, por los devaneos laborales; como explicarlo de la manera más sencilla... ¡los compañeros de trabajo son un cague de risa, así de simple... señores! Y ahora, yo soy parte de eso e inflo el pecho de purísimo orgullo.
Al inicio, como tímido testigo era como un mudo confidente de las más increíbles bitácoras en nombre del trabajo que se han escrito jamás. Yo sólo aportaba risas grabadas al día a día, pero me moría por dentro de meterle más leña al fuego de la joda, ya que siempre he delírado por público novedoso para dar lo mejor de mi performance, pero me contenía, no está bien que un recién llegado intente propasarse en confianzas con gente que se conoce desde hace mucho tiempo. Así, que me dejé querer y empecé a ganarme al respetable con mi sarcasmo y uno que otro comentario genial que animara al proletariado durante las horas de trabajo.

Y lo inevitable sucedió, ya que hoy puedo decir que me encanta mi rabajo pero el 90% del crédito de aquella afirmación esta basada en el valor de los recursos humanos, tan escasos en estos días de onanismo personal. Y me acoplé perfectamente a esta gente desconocida de manera veloz, ni tonto que fuera. Ahora, sigo llegando cansado a casa, pero con ganas de volver a por más; por las noches me cago de risa antes de dormir recapitulando lo mejor de la jornada del día y me siento aventajado, ya que esto no es normal, me lo dice mi experiencia y mis amigos ante quienes re-cuento y re-vivo lo mejor de un trabajo como éste.

Los compañeros me joden de que yo no era así, que han creado un monstruo lujurioso y pasional pero yo me defiendo, y aseguro que sólo han descubierto una de mis facetas, quizás una de las más deliciosas, aunque confieso que me ha gustado esa clase de protagonismo que recaído en mí. Y hay días, que días... que uno no quisiera que terminen, e insisto: esto es raro en un panorama laboral. Como decía, hay días en que nos quedamos luego de la hora del check out y no para seguir trabajando (aunque podríamos), si no, para juntarnos en manchón y cotillear, un poco más de cada uno, como si hiciera falta conocernos mejor. Yo deliro ante días así, y encima... me pagan por esto, casi de ciencia ficción.

Este sábado será una noche orgiástica, siguiendo uno de mis consejos nos iremos de farra para tomarnos unas chilindrinas (o sea, unas chelas), quizás algunos shots y algún piqueo en un bar de moda. Y la idea ha sentado de perillas, hacía mucho que no salían en grupo, con el jefe incluído y cada quien con su respectiva pareja, flaca o pata, según sea el caso. Yo no llevaré a mi partner (sí, ya tengo novio en calidad de estreno pero eso lo develo en el próximo post) ya que quiero tantear primero que tan liberal de mente es esta gente antes de lanzarme al ruedo de la realidad. Así que la noche promete y no sólo por eso, este sábado también hay chupeta en honor al cumpleaños de Sao y no hay manera que deje de asistir pues es uno de mis mejores amigos y si dejo de hacerlo, ya amenazó con negarme el habla, la muy niña.

No he especificado más detalle e información acerca de mis nuevos amigos porque no quiero usar sus nombres y ciertos detalles personales que me han sido develados sin su autorización, pero si me la ceden, habrá zoofiesta para rato.
Y para finalizar este post escrito al garete. Quizás el desencanto inicial se fué para siempre y ha sido copado de tanta realidad que es díficil de asimilar. Tal vez no este ofreciendo mis servicios profesionales y mi sudor al pequeño ganadero, aquél que bautiza y celebra los cumpleaños de sus animales, tal y como era la idea pre concebida de mi profesión; pero hay muchos matices en esto de hacerse de una vida que sea no sólo digna, si no, gratificante, auténtica, versatil, pero sobre todo, mía.

8 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Rescatables tus comentarios, es cierto cuando uno entra a un centro de trabajo tiene unas ciertas expectativas que no necesariamente van en línea con el propio centro de trabajo por así decirlo; pero conforme pasa el tiempo y uno se acostumbra a su nuevo ambiente ya no quiere quedarse en calidad de testigo sino que busca ser protagonista del mismo.

Que bueno que te sientas tan bien con dicho protagonismos, es para disfrutarlo y es lo que debes hacer.

No te olvides de postear lo de tu novio, eso es mas que novedad y a ver si te conectas al msn para conversar, no seas flojo.

Nos leemos.

PD: Un celular mmm como ha Alfredo la vida corporativa te va ganando.

5:45 p.m.  
Blogger Najla said...

Que bueno.. Me encanta como describiste todo.. Eso tiene su toque de adaptaciòn y tolerancia!!!

Saludos!!!!!

7:36 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Me parece genial el que hayas encontrado un trabajo en donde te sientas cómodo y acogido. Un plus además que te paguen por eso.
Te felicito!!!

6:22 p.m.  
Blogger Dragón del 96 said...

Sabes que eres uno de las pocas personas que disfrutan su trabajo y lo ven como un hobbie mas que como una tortura? Es bacán sentirse así, que duré lo que tenga que durar y que siga la juerga.

Estaré al tanto de los nuevos posts, jejeje. Provecho con los nuevos amigos.

Slaudos.

2:27 a.m.  
Blogger Yani said...

Entrar a una oficina y hacerse querer no solo es cosa de suerte sino de harto buen pulso, chizpasos de genialidad y sobre todo tener el alma y el corazón en paz. Sigue disfruntando en tu chamba y pásala muy bien en tus dos reuniones, te lo mereces ; )

9:25 a.m.  
Blogger Rolando Escaró said...

bien con la nueva chamba.
pasalo bien con tu nueva mancha, y como bien dices, tantea primero la mente liberal de la gente

suerte!

6:18 p.m.  
Blogger MAR said...

Yo me siento infinitamente feliz por ti Pao, por tu trabajo, por la gente buena onda que te rodea y tu realización con los anímales que tanto amamos.
Pasalo bien en el carrete y si a los demás les molesta algo que se CAGUEN!
Lo importante es tu felicidad!!!
Besos y abrazos.
Te quiero amigo
mar

11:08 p.m.  
Blogger Ursula said...

Qué bien Pao, tener un buen ambiente laboral es básico para ir a trabajar motivado.

Me alegra mucho que estés disfrutando tanto tu nueva chamba.

Saludos

8:52 p.m.  

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