lunes, abril 30, 2007

ORO LIQUIDO

La semana pasada estuve enttretenido con una actividad extracurricular sumamente deliciosa; había pactado pasarle un par de recetas de ensaladas caseras a un amigo enrolado en las hordas de la comida saludable. Motivo mas que suficiente para promover y proclamar un amor fundamental de mi paladar -y estoy seguro que muchos me daran la razón-, pero a lo que iba: me encanta el sabor del aceite de oliva, y este fue un amor a primera vista, o mejor dicho, a primera palateada.
Así, que para comentarles un poco mas de esta complicidad me sumergo en el génesis familiar. Corre flashback.
Finales de los años 8o´s y finales del primer gobierno de Alan. Yo no lo recuerdo pero me trasmiten de manera fidedigna una instantánea de la Lima de entonces y yo me adueño de la crónica.
Super archi hiper inflación económica ( hay una anécdota real que sintetiza esta experiencia: pasa una carrito de helados D´Onofrio, niño presuroso sale de su casa para interceptarlo y preguntar el precio de su helado favorito, regresa a su casa por el dinero requerido y al volver a salir el helado ya había subido de precio. ¡Me facina Ripley!... que diga, ¡...de Ripley!)
La leche ENCI (de seguro, el solo mencionar ese nombre habrá provocado espasmos de rechazo en mas de un peruano mayor de 20 años; y es que es así ahora, pero entonces la escacez de productos alimenticios de primera necesidad era un mal cotidiano y una de las "ingeniosas" soluciones del gobierno de turno fué enyucar a la población con un ínfimo remedo de leche en polvo de color amarillento y un sabor no muy agredable, como me comenta en una micro encuesta mi hermano que si vivió y gozó de aquellós momentos).
Los apagones (los días del oscurantismo llegaron a la capital y se manifestaba con aquellos inolvidables apagones nocturnos que convirtieron la ciudad en una especie de Gotham City). Aún en estos tiempos cuando sucede algún corte de electricidad, la gente sigue denominandolo "apagones"... definitivamente para no olvidar).
¿Y todo eso que tiene que ver con el aceite de oliva?
Paciencia, que a eso llegaba.
Bueno, el panorama de entonces evidentemente no era muy sano para nadie; entonces mi viejo impuso una tradición para despejar a su joven familia como una manera de escapar a lo que venía ocurriendo en la ciudad. Así, llegado el fin de semana nos atrincherábamos en el auto y mi viejo fijaba el destino costero; en ese entonces, las ciudades costeras eran las mas seguras, aquellas de la serranía estaban practicamente vetadas de la escapada.
Yo tengo chispazos de recuerdos de aquella época y los he completado con recuerdos agenos, de esa manera he podido recrear uno de los momentos más increibles de la historia familias.
Fué en uno de esos viajes que me quedó grabado un lugar de paso en el que siempre nos deteníamos, un lugar olvidado en medio de la nada que significa el desierto y las dunas de Paracas en la provincia de Pisco; ubicado en el km. 250 de la Panamericana Sur se encuentra el Huerto Alamein, y nunca mas lo olvidé, no podría, porque de ese maravilloso lugar es donde procede el acite de oliva que hoy acompaña mi mesa y desde siempre, todo gracias a viejas costumbres a las que uno se va adaptadando y las convierte en propias.
Parada obligatoria de esas escapadas aleatorias de fin de semana me traen a la mente necesariamente a las aceitunas verdes mas carnosas y sabrosas que yo jamas he probado, aquel aceite de oliva inmaculado que el día de hoy me inspirado a realizar este post y las mermelada casera de naranja preparada con esmero y con un sabor que podría identificar hasta el día de hoy.
Es usual en la carretera toparse con aislados y camaleónicos puestos de comercio en donde se ofrece de todo al lado de la ruta, y en donde uno se lleva mas de una sorpresa. Me imagino el pacae algodonado y los datiles de empalagoso dulzor que debo haber provado. Pero el HUerto Alamein era un clásico, aquel amor de mi paladar que les comentaba, es por el aceite refinado en dicha cantera. En ese entonces, este aceite en particular solo podía encontrarse en un lugar así, medio olvidado y a medio camino de un lugar idílico pero facilmente identificado por conocedores; lo que hizo fué convertir mis salidas al cálido sur en mis favoritas de toda la vida.
Y es que a mi parecer este aceite es el mas palatable, no importa si mi viejo me porfía con argumentos técnicos que dicen como reconocer el mas fino sabor, ya que mi fundamento es simple. Como sea, reconozco que un buen aceite de oliva ha sabido conspirar con nucha genialidad con la comida que se preparaba en casa, y es que se adapta muy bien a nuestros platillos, resaltando su sabor como es debido.
En estos tiempos ya es por demas conocido las ventajas nutricionales que te ofrece este tipo de aceite, el impacto positivo que causa en nuestro organismo y debido a todo ello, felizmente, se ha convertido en una costumbre en muchas familias y es que hemos sido bendecidos por el olivo ya en estas tierras generosas crecen a libre albedrío.
Con el tiempo, el uso del aceite de oliva se ha democratizado y popularizado, convirtiendo a cualquier plato humilde en un festín de sabor mediterráneo. Un ejemplo personal llega de mano de los nunca bien ponderados pallares secos, humildes pero honrados, ya que son uno de mis platos favoritos y siempre viene acompañado de una buena dosis de aquel oro líquido y con unas cebollas glaseadas, el resultados esta fuera de este mundo.
Es así como con esta anécdota añeja nace una tradición, ya que en estos en casa siempre se podrá encontrar este maravilloso aceite, el de siempre, extra virgén de Huerto Alamein y un arbequina, tambien extra virgén pero de Carbonell, favorito de mi viejo que se dejó vencer y prefirió aquel sabor que le recuerda a la mesa de su casa. Al baboso de mi brother le es indiferente tanta discución, como que no ha descubierto aún las sutiles y ácidas diferencias que desprenden de la primera prensada del oliva de tal o cual variedad, él se lo pierde.
Así que amigo lector, déjese seducir por ese sabor con carácter y deje a su paladar unirse a esta celebración. El paladar siempre le responderá con sinceridad.

9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Estimado Pao, ciertamtente el aceite de oliva es un placer extremo; yo recuerdo claramente esas épocas de penurias, andaba por los 15 así que mis recuerdos son vívidos.

Recuerdo, en relación con el aceite de oliva que a mi me cautivo uno que tenía mi abuelo por cajas, procedente de Tacna, cuyo nombre no recuerdo pero lo averiguaré, era una lata de etiqueta amarilla... el nombre me da vueltas, en fin.

Es mas quiero unas pastas con un toque de aceite de oliva en este momento.

Nos leemos.

adso = peregrino

9:09 p.m.  
Blogger MAR said...

RECUERDOS.......TRISTES Y ALEGRES SIEMPRE....
EL ACEITE DE OLIVA EN CHILE SIGUE SIENDO CARO!
BESITOS AMIGO
MAR

9:41 p.m.  
Blogger RacuRock said...

Yo ya he estado ahi cuando era niño y es lo maximo.. de pasadita nos fuimos a la huacachina.. uyuyuy.. no se si hay ahora eso poque estoy en Canada.. pero igual recuerdo chincha pisco ica ... donde se come sabrosa sopaseca y carapulcra ( me equivoco en escribirlo?) y las uvas hmmm que delicias.. y los mariscos en pisco hmmmm.. me encantaba el olor de esa ciudad ...grandes recuerdos

El Gran RacuRock

11:51 a.m.  
Blogger Sofia said...

Pero que me ha dado hambre de solo leer tu post... y claro, debo reconocer que también me encanta el aceite de oliva y no falta en ninguna de mis ensaladas (tampoco el aceto balsámico). Suena demasiado bueno ese del que hablas... provecho pues!

Muchos saludos al rey del oro líquido.

7:26 p.m.  
Blogger RAHM said...

suelo consumir el aceite de oliva en aliños o ensaladas y de vez en cuando en alguna fritura...,
ademas cuando viajabamos con mi familia al sur, siempre mi padre nos indicaba donde estaba el Alamein pero nunca entramos, si no me equivoco el dueño de ese huerto es Ricardo Letts, el que alguna vez se escurrio la media en el
Congreso...

10:21 a.m.  
Blogger Cinder said...

a mi me gusta mucho el aceite de oliva, no puede faltar cuando me hago mis saludables ensaladas, y bueno en tooas las demas comidas siempre queda bién una vez hice canchita con este aceite, y ami espso le gustó.
Aquellas épocas de Alan, q bueno q hayas podido sacar algo bueno, aún recuerdo el sabor de la leche Enci, aunque no lo creas me llegó a gustar, pero mas q nada en polvo, el estruendo a lo lejos nos hacía saber q pronto se ría la luz, a veces aún me pasa eso,cuando hay un ruido de ese tipo en la calle, aunque por estos lares , lo q atormenta es ETA, saluditos

5:17 p.m.  
Blogger Ana said...

si, el aceite de oliva es cautivador,, pero la verdad, si puedo vivir sin el,, ultimamente, que me he vuelto media culinaria,, hago unos aliños,, buenasos,, al menos eso creo ssssssyyyyyyyyoooooooooo,

tienes razon, hay que dejarse llevar por el paladar ;o)

10:05 a.m.  
Blogger Dragón del 96 said...

Yo no conocia el aceite de oliva hasta hace un par de años atras... y no lo dejo hasta ahora, acompaña muchas comidas, tapas que te sacan del apuro, siempre excelente con lo que lo pueda acompañar.

Lo que mas me llamo la atencion de tu post fue el recuerdo que tienes de ello. Yo vivi parte de miinfancia fuera del pais y los sabores, olores, sonidos de esa epoca las escucho poco en la actualidad, a lo que iba es al recuerdo sensorial que nos queda de la epoca de cuando eramos niños y ¿felices?.

Slaudos.

3:07 a.m.  
Blogger Felipe Ros said...

Y mientras todos hablan de aceite yo me quedé pegado a la leche enci y los apagones.. vejez le dicen ,no? ji ji ji

(aunque debo confesar que tb compro el aceite de el alamein para preparar mis pastas!)

4:18 p.m.  

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