LA PESADILLA DE CUALQUIER PADRE ES EL SUEÑO DE CUALQUIER HIJO
- Papa, yo de grande quiero ser presidente.
- Mama, yo de grande quiero ser astronauta.
Las sugerencias sobre mi futuro cuando yo era un niño nunca se caracterizaron por ser las típicas respuestas inocentonas de un crio en formación, aquellas que a mis padres les hubiera gustado escuchar y jactarse de ello frente a sus conocidos pues que monada que el pequeño de la casa quiera ser algún día presidente de esta nación. En fin, yo nunca fui un niño del montón y siempre lo supe, pues esas cosas se intuyen en tu día a día, pero a un niño que no sabia ni atarse las agujetas de los zapatos explicar eso es tan complejo como la vida misma. Alguna vez oí a mi padre confesarle a un amigo de su infancia que la (infancia) mía había sido muy complicada, que ni el ni mi madre sabían con certeza que pasaba por mi mente, pues no era fácil para ellos saber si estaba feliz o triste, pues la sutileza de mis emociones en formación aun no eran del todo claras ante las personas que más me conocían en ese entonces. Pero mala suerte la de mi padre, que al quedarse solo tuvo que asumir mi inquietante pubertad y mi no menos confusa adolescencia, y tratar de suplir las carencias emocionales que en ese entonces daban vueltas por mi cabeza.
- Papa, yo de grande solo quiero ser feliz.
Mi adolescencia transcurrió entre los típicos problemas propios de esa etapa –mi primera borrachera, mis primeras fiestas, mi primera vez, mi primera pelea- matizadas con preguntas existenciales que mi bien intencionado padre nunca pudo responder con soltura y satisfacer mi muy despierta curiosidad. Como consecuencia, al no encontrar respuestas fortuitas a ciertas cosas, me empiezo a aislar y ensimismar. Dando inicio a mi mundo interior, no al nivel de un autista, sino al de un artista –y me salió hasta con rima- pues es por ese entonces cuando empiezo a escribir mis primeras líneas, a arriesgarme a plasmar mis emociones sobre un teclado de computadora, a responderme mis propias preguntas con mis posibles respuestas e iniciar un arte que nunca pensé que me llevaría tan lejos.
- Papa, yo de grande ganare el premio Nóbel de la paz.
En paralelo, en aquellos tiempos afloro mi espíritu samaritano –hay que decirlo de alguna forma- con todas las criaturas domesticas sin hogar, convirtiendo ante la negativa de mi padre en un primer momento, mi casa en un refugio para todos aquellos desolados sin hogar, mascotas venidas a menos, avejentados guardianes caninos, loros que nunca aprendieron a hablar, perros sin pedigrí, gatos techeros y cuanto pude atrapar en complicidad de mis amigos de entonces quienes pensaban que todo esto era divertido, aunque dejo de serlo el día que me pidieron echar a la calle a tanto vagabundo sin hogar, y yo no entendía, aunque quería entender por que nadie se podía hacer cargo de ellos. Esa seria la etapa que me llevaría a elegir –elegir mal, hay que confesarlo- mi futuro profesional cuando ya no pude darle mas vuelta al asunto y debía estudiar algo que asegurara mi futuro.
- Papa, yo de grande tendré un asilo para animales sin hogar y así no podrás echarlos de casa.
En consecuencia a mis buenas acciones y buenos pensamientos empecé a salir mal en la escuela, tan mal que mi padre ya no sabia que hacer conmigo ya que no se explicaba como podía darle tanta lata -y eso que aun el “disgusto” más grande se lo daría muchos años después-, esa es la etapa que mas recuerdo el día de hoy y que definitivamente ayudo a formar quien soy.
Lo más curioso de todo sucedió cuando tenia 16 años y ante la inminente culminación de mi vida escolar, en momentos en que mis congeneres se encontraban recibiendo charlas de orientación vocacional y eligiendo entre las formaciones profesionales más dispares y extravagantes destinadas a gente bien, yo no tenia el menor interés en afrontar esa decisión, solo tenia en mi mente un viaje prometido que me enseñaría a descubrir una realidad diferente, y se esperaba que luego de un tiempo fuera del hogar, lejos de mi realidad tuviera el temple necesario para decidir que hacer con el resto de mi vida, y así fue. Pese a que me tome una licencia mas prolongada de lo que debía ser y a que conocí mucho mas de lo que me imagine.
- Mama, yo de grande quiero ser astronauta.
Las sugerencias sobre mi futuro cuando yo era un niño nunca se caracterizaron por ser las típicas respuestas inocentonas de un crio en formación, aquellas que a mis padres les hubiera gustado escuchar y jactarse de ello frente a sus conocidos pues que monada que el pequeño de la casa quiera ser algún día presidente de esta nación. En fin, yo nunca fui un niño del montón y siempre lo supe, pues esas cosas se intuyen en tu día a día, pero a un niño que no sabia ni atarse las agujetas de los zapatos explicar eso es tan complejo como la vida misma. Alguna vez oí a mi padre confesarle a un amigo de su infancia que la (infancia) mía había sido muy complicada, que ni el ni mi madre sabían con certeza que pasaba por mi mente, pues no era fácil para ellos saber si estaba feliz o triste, pues la sutileza de mis emociones en formación aun no eran del todo claras ante las personas que más me conocían en ese entonces. Pero mala suerte la de mi padre, que al quedarse solo tuvo que asumir mi inquietante pubertad y mi no menos confusa adolescencia, y tratar de suplir las carencias emocionales que en ese entonces daban vueltas por mi cabeza.
- Papa, yo de grande solo quiero ser feliz.
Mi adolescencia transcurrió entre los típicos problemas propios de esa etapa –mi primera borrachera, mis primeras fiestas, mi primera vez, mi primera pelea- matizadas con preguntas existenciales que mi bien intencionado padre nunca pudo responder con soltura y satisfacer mi muy despierta curiosidad. Como consecuencia, al no encontrar respuestas fortuitas a ciertas cosas, me empiezo a aislar y ensimismar. Dando inicio a mi mundo interior, no al nivel de un autista, sino al de un artista –y me salió hasta con rima- pues es por ese entonces cuando empiezo a escribir mis primeras líneas, a arriesgarme a plasmar mis emociones sobre un teclado de computadora, a responderme mis propias preguntas con mis posibles respuestas e iniciar un arte que nunca pensé que me llevaría tan lejos.
- Papa, yo de grande ganare el premio Nóbel de la paz.
En paralelo, en aquellos tiempos afloro mi espíritu samaritano –hay que decirlo de alguna forma- con todas las criaturas domesticas sin hogar, convirtiendo ante la negativa de mi padre en un primer momento, mi casa en un refugio para todos aquellos desolados sin hogar, mascotas venidas a menos, avejentados guardianes caninos, loros que nunca aprendieron a hablar, perros sin pedigrí, gatos techeros y cuanto pude atrapar en complicidad de mis amigos de entonces quienes pensaban que todo esto era divertido, aunque dejo de serlo el día que me pidieron echar a la calle a tanto vagabundo sin hogar, y yo no entendía, aunque quería entender por que nadie se podía hacer cargo de ellos. Esa seria la etapa que me llevaría a elegir –elegir mal, hay que confesarlo- mi futuro profesional cuando ya no pude darle mas vuelta al asunto y debía estudiar algo que asegurara mi futuro.
- Papa, yo de grande tendré un asilo para animales sin hogar y así no podrás echarlos de casa.
En consecuencia a mis buenas acciones y buenos pensamientos empecé a salir mal en la escuela, tan mal que mi padre ya no sabia que hacer conmigo ya que no se explicaba como podía darle tanta lata -y eso que aun el “disgusto” más grande se lo daría muchos años después-, esa es la etapa que mas recuerdo el día de hoy y que definitivamente ayudo a formar quien soy.
Lo más curioso de todo sucedió cuando tenia 16 años y ante la inminente culminación de mi vida escolar, en momentos en que mis congeneres se encontraban recibiendo charlas de orientación vocacional y eligiendo entre las formaciones profesionales más dispares y extravagantes destinadas a gente bien, yo no tenia el menor interés en afrontar esa decisión, solo tenia en mi mente un viaje prometido que me enseñaría a descubrir una realidad diferente, y se esperaba que luego de un tiempo fuera del hogar, lejos de mi realidad tuviera el temple necesario para decidir que hacer con el resto de mi vida, y así fue. Pese a que me tome una licencia mas prolongada de lo que debía ser y a que conocí mucho mas de lo que me imagine.
Hace unos meses, en uno de los días más importantes en mi vida, hable muy en serio con mi padre sobre la vida, sobre mi vida, y entre lo mucho que se dijo recuerdo sobre todo lo siguiente:
- Papa, ya no sé lo que quiero hacer con mi vida.
- Hijo, lo que tu decidas estará bien para mí, ya sobrepasaste mis expectativas.
- Papa, ya no sé lo que quiero hacer con mi vida.
- Hijo, lo que tu decidas estará bien para mí, ya sobrepasaste mis expectativas.
Es por ello que aquella frase que dice que todo hombre debe hacer en la vida: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo; ha sido asimilada por mí y discretamente transformada en: escribir un libro, plantar un árbol y nunca subestimar a un niño.
4 Comments:
A mí me parece que los padres pueden forjar muchos proyectos sobre sus hijos, en cuanto esperan a que sigan determinada carrera, tengan tal tipo de vida, etc... Pero a la larga son los propios hijos quienes deciden qué hacer con su vida y es ahí donde los padres tienen que asumir que sus hijos ya son adultos y pueden tomar sus propias decisiones y dejarlos ser, y apoyarlos en sus decisiones...
Buena reflexión...
Saludos Pao y gracias por tu visita!
bien reflexivo tu artículo, creo que los padres siempre tratamos de influenciar en algo a los hijos ,a la hora de escoger la carrera, pero el único que decide eso es uno mismo, creo que en la última frase que te dijo tu papi se resume el orgullo que siente por tí
Felicidades!1
Gracias por los comentarios, una manera de animarme a seguir adelante.
Nunca estuve del todo seguro que mi padre me tomara en serio cuando empece a escribir, pero como son las cosas que hoy en dia, el me anima mucho y se siente orgulloso de mi, no por lo que decidi estudiar, si no por algo que resulte ser sin darme cuente y encontre el apoyo en la unica persona que me importaba y asi estoy, por eso para adelante todo ... y se que he hecho mucho para tan poco tiempo.
Gracias por los comentarios y saludos de Pepao desde Zoofiesta (esta palabra acuñada por mi resume lo divertido de mis estudios).
Y por segunda vez en tu corta vida me has hecho poner los ojos como agüita jajaja y otra vez con el tema del padre...
Lo bueno es que nuevamente me has hecho recordar que mi papá -aunque no me lo dice a mí directamente- está más que sorprendido con todo lo que he sido capaz de hacer :-)
Momento kodak jajaja
Mejor me voy a wong a hacer mis compras y llenarme de endorfina de tanto ver billete corriendo de mano en mano jajajaja
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