LA AGRADABLE EXPERIENCIA DE ALMORZAR SOLO

Muchas veces cuando las personas se enteran de que la mayor parte del tiempo suelo almorzar solo, recibo miradas lastimeras y palmoteos en el hombro de segunda intención con un hecho que sin ser raro y sin ser raro yo, disfruto (y mucho como es el comer) haciéndolo solo. No creo que resulte egoísta pues dadas las costumbres de esta vida moderna en la que todos estamos luchando contra el reloj, apurados por hacer algo, presurosos por llegar a tiempo a algún lugar y viéndose obligado a almorzar velozmente o como yo, solo.

No sé cuando se me hizo costumbre, pero en las épocas de clase, si es que no almuerzo en la universidad con algún colega, obligado por alguna clase a la que probablemente no deseo asistir, pero la cual no me da el tiempo suficiente de regresar a casa y almorzar tranquilamente. Nunca me ha gustado usar el comedor universitario y respeto mucho a aquellos que si lo hacen pero el hecho de coger una bandeja de aluminio y pasearse como preso por los alimentos no me parece, es así que solo he hecho uso de las instalaciones unas dos o tres veces. Y créanme que no salí del todo feliz.

Es así, que la mayoría de las veces almuerzo en casa como muchos, pero no suelo coincidir con otros miembros de mi familia (o sea mi brother: “el Barto”) para estos menesteres, otras veces en las que no me siento emocionado por el menú hogareño suelo salir a la caza del mejor almuerzo, casi siempre solo, yo disfruto de mi soledad tanto como de la compañía y es que hay momento para todo: para el cotilleo post-alcohólico, la sobremesa dominguera con la familia, el chismorreo con algún confidente o la necesaria y justificada soledad para comer algo que me apetezca, ya que si salgo fuera me gusta probar cosas hogareñas, si estoy de humor me cocino en casa y es que así soy yo, y eso no justifica compasión. Están avisados.

Entre los beneficios de almorzar solo es que uno se evita los parloteos de innecesarios compañeros de mesa, aprovechar para leer algo o el disfrutar de una combinación delirante, como lo son los pensamientos acompañados de una buena comida. Personalmente he encontrado una experiencia adicional y es que de aquellos lugares que suelo frecuentar ahora me engríen con agradables bonificaciones alimenticias (léase: yapa), es mas, una milanesa extra (¿manyan?... ¡dos milanesas en mi plato!), es mi mayor logro hasta la fecha. Y no, no fue un error ni producto de coqueteo.

Como critica a esta tradición, es que de hecho doy pena almorzando solo, si las personas que me conocen así lo aseguran. ¿Qué será de aquellos que no? Por suerte estoy vacunado contra el maléfico mal de la lengua malintencionada. Otro inconveniente es que periódicamente me veo afligido por una mala absorción gastrointestinal (léase: diarreas) por aventurarme y comer en cada sitio, ni les comento. Ya he padecido en mas de una ocasión alguna infección estomacal e inclusive de la visita de mi entrañable amiga, la abusadora Salmonella sp que me hizo perder cerca de 6 kilos, por suerte yo entrenaba y pude recuperarme fácilmente pasada la infección. La clave a estos indeseables percances es el visitar lugares higiénicos, y no solo por fuera (aquí una recomendación que me ha dado la experiencia: siempre revisen el baño, ahí observaran la verdadera pulcritud del lugar), para evitar aventuras como las contadas se vuelvan a repetir.

Pero que importa estimado lector estos percances, son gajes del oficio. Aquellos que me conocen, saben muy bien que tiendo a hablar mucho en buena compañía, sin respetar hora y lugar (así que no es un caso de timidez crónica), y que soy una persona que siempre da su opinión (y si no lo hago debe ser causa de otra diarrea), me gusta disfrutar de una buena comida acompañada de una buena charla y así como es un placer tan elemental, lo es también el mejor y mas critico de todos nuestros amigos, que somos nosotros mismos. Y como decía Paula Fontaine (¿Quién es ella?, dirá ud, pero les comento que es la editora de la revista chilena In la cual disfruto mucho leyendo): “Si hay belleza, aromas y sabores diversos en mi plato, estoy en buena compañía”.

Este post ha sido la segunda reedición de mi blog pues no les tenía nada preparado para hoy. Publicado en el mes de junio dudo que lo hayan leído y si lo hicieron, me excuso pues ando medio vaguete.