sábado, agosto 19, 2006

EL ARTE DE SABER BAILAR Y OTRAS MENTIRAS MAS


Hace un par de semanas un buen amigo del que no diré su nombre, me pidió un favor inconfesable:

- Oe huevon, enséñame a bailar

Luego que me paso el ataque de risa y había desinflado el pecho de tanto orgullo solo me quedo reconocer(le) que bailo muy bien y sin necesidad de caer en el autobombo, me puse a pensar en la necesidad de tener un pie derecho y uno izquierdo, en estos días de juerga juvenil, noches de discoteca e ímpetu sobre cualquier pista de baile improvisada.
Claro que en este punto de la historia hay que reconocer una cosa: bailar siempre es vergonzoso, al menos a mí siempre me incomoda que me miren como si fuera un pavo. Cuando di vida a este blog deje muy en claro que aunque parezco figuretti, no lo soy y realmente no me hace gracia que cuando bailoteo me estén mirando el culo, porque deben confesarlo, ese es un pasatiempo muy común en estas situaciones.

¿Y desde cuando le agarre el gustillo?. Me he puesto a pensar sobre estos orígenes y llegue a una conclusión evidente: a mí me gusta la musica, pero claro, enfatizo la palabra “buena” musica, y como esto puede llegar a ser subjetivo para los lectores, dejo constancia que mi buen gusto me prohibe fervorosamente un acercamiento con la musica caribeña y de esas que uno se cree el galan del barrio, incluye tambien otros generos desconocidos de efímero éxito y destinadas a la sumisión del comun de los mortales. En un post anterior deje en claro que no soy un chico común, así que ese tema lo doy por explicado.
Como decía, siempre he disfrutado de la buena música y mejor acompañante en mi dormitorio no he podido tener, mas que mi trajinado equipo de sonido; con el que siempre anime mis fiestas personales, mis estados de animo, mi tiempo de ocio y demas noches noctambulas. Nunca he sido de aquellas personas que en las discotecas lleva el ritmo en el golpeteo del zapato. Y hace ya muchos años que he superado mis vergüenzas personales, por lo tanto no tengo nada que perder a estas alturas de mi vida y así como reconozco mis carencias, también lo hago con mis atributos. Influye sobremanera en todo esto la sangre latina, claro que en mi se encuentra algo diluida ya que él genero latino no se encuentra entre mis favoritos.

Antropológicamente somos seres gregarios, me explico, gustamos de la compañía y de ser aceptados por los demás; mas aun en estos dias de manadas de ambos sexos en los que sus integrantes estan en la eterna búsqueda de esa persona que colme sus expectativas y una forma de “sentirse” mas atractivo es bailando, para acaparar miradas en nuestra peculiar danza del celo, quiza la manera de menear la cintura sea una forma de hacer saber al resto, que tenemos la pericia en las artes del amor, osea en la cama. De ahí por ejemplo, la sensual danza del vientre de oriente medio.
Decía el polígamo y entendido sexual(¿?) Antonio Badani, que esta danza esta formada por cuatro fases: la mirada, el llamado, el ofrecimiento y la entrega. Asimismo aseguraba que si la mujer no se moja después de hacerla, entonces la había bailado mal. ¿Shakira?... uhm, así que eres multiorgasmica. Te pille.
Una idea similar aunque a la inversa puede concluirse de las bailarinas y bailarines de streeptease, ya que según sea el caso de preferencia sexual, las intenciones de ese baile en nosotros los espectadores es que nos mojemos.
Personalmente no bailo para poner cachondo a nadie, pero si sucede... bienvenido sea.

Ahora, en el sentido mas real del baile, uno baila para divertirse, para que el alcohol no te embriague tanto, para no aburrirse tanto. Y existe un método con el cual todos somos Travolta o Newton John: bailar ebrio.
Todos sabemos que el alcohol nos provoca las mas divertidas sensaciones además de despojarnos de cualquier rastro de moderación y vergüenza, pero como es de suponer también es arma de doble filo, ya que puede provocar el ridículo absoluto y marcarnos socialmente por ello.
Yo por eso recomiendo no salir a bailar con extraños -cita a ciegas con baile incluido están vetados-, siempre es mejor con un grupo de amigos con los cuales te sientas en confianza. En mi caso, les cuento como anécdota, que he bailado con todas mis amigas alguna vez y creo que también con casi todos los varones del grupo. ¡Agarrate Sergio!, la próxima vez serás el primero al que busque.

Mención aparte merece el tercer sexo, ósea los gays. Pues ellos salen de fabrica con la dotación precisa de buen gusto, aunque también hay cada caso. Mi amigo Neto me dijo una vez esta frase que hoy en día yo también repito, en la cual se promocionaba y exaltaba las bondades de los hombres gays sobre la pista de baile: “bailo bien, como buen gay”... aunque hasta la fecha no he podido confirmar tal aseveración, no dudo en su palabra.
Concluyo esta crónica con un imposible: “si no te gusta la música, no aprendas a bailar” y para aprender, nada mejor que la privacidad del hogar, abstenerse siempre de practicar en publico en beneficio del honor personal. Y si por mas esfuerzo oportuno de tu parte, solo llegas a ser conocido(a) como la persona que baila de forma divertida debe ser porque las demás personas ven algo de lo que no te haz percatado: tienes dos pies izquierdos.

1 Comments:

Blogger Shekinah said...

Ahora lo que se comenta en los pasillos...es que hombre que baile bien es gay!! porque un macho verdadero solo se arrima a una chama, solo para "arrecostarsele"
Pero me parece un absurdo..porque bailar es el mejor relax que existe!
Y hay que bailar como si nadie nos ve! aunque pequemos de ridiculos... y bueno...echando a perder se aprende... jeje.
Gusto pasar por aqui!! bye!

2:25 p.m.  

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