¿CUAN DULCE SABE TU CHOCOLATE?
Y continuando con los posts navideños, ahora llego el turno a la bebida oficial de estas fiestas (y no es la Inca Kola): el chocolate.
Esta no será una apología exclusiva a la cremosa bebida de pascua pues hay mucho que agradecerle a su variedad convertida en cotidiana sabrosura, que nos endulza la vida durante todo el año y que es herencia de los Aztecas, pero ahora, en este mundo sin fronteras se ha convertido en delicada golosina que se derrite suavemente en la boca e impregna a nuestro afortunado paladar de fragancias terrenales, terrosas y terriblemente culposas; a la cual no podemos resistirnos y simplemente nos dejamos llevar... para disfrutar.
Yo soy golosinómano confeso. Prefiero públicamente los sabores dulces a los salados, adoro la comida tipo chifa (peruana-chino cantonesa) por aquel prodigio explosivo de sabor y dulzor que mejor exponente ha encontrado; deliro también por los dulces entremeses que a los que siempre recurro con placer culposo, y no me avergüenzo por ello.
Evidentemente con los postres no podía quedarme atrás y el soberbio pero honrado chocolate es invitado de honor en todas sus facetas: ya sea solido, como cobertura, como cremoso relleno, como gelido helado y en estas fiestas, su versión bebible en nochebuena.
Ya me entro nostalgia, necesidad por beberlo caliente durante la cena navideña, para poder colocarle a mi taza un par de mashmellows (malvaviscos para algunos) para que se impregnen y se hinchen de puro sabor. ¡¿Quién quiere regalos, quien quiere cena con algo así?!
Pensar en chocolate nos traslada imaginaria y necesariamente a México, a Oaxaca para ser precisos; en donde sigue siendo un placer artesanal y perfecto souvenir que testimonie una estadía en la tierra del mole (que no he probado pero me da mucha curiosidad) y en donde el chocolate Ibarra es el rey. También hacemos escala en Suiza donde las magnas semillas de cacao encontraron perfección a la técnica de elaboración del chocolate bajo la eficiente tradición europea, como una muestra el fino Toblerone (el que mas me gusta de los foráneos). Pese a mis reparos (contra el imperialismo yanqui) también pasa por mi mente la referencia gringa que por años nos ha ametrallado con sus productos elaborados a millones para el mundo: como los primos Kiss y Hershey´s, M&M, que son solo unos pocos. Pero como buen perucho termino en mi tierra, entre chocolates Helena (que se exportan muy bien), toffes La Ibérica y deliciosas barras La Orquídea (desde la selva para el mundo).
Aunque tengo un preferido absoluto; las chocotejas de pasas borrachas. Las tejas son una golosina típica de la ciudad de Ica, compuestas de un fruto seco (pecanas, guindones, cáscara de naranja o de limón), aunque en este caso de pasas maceradas en pisco, envuelto en manjarblanco (conocido también como “dulce de leche”) y cubierto todo en crema fondant. Esas son las tejas, y para la elaboración de las chocotejas se cambia el baño de fondant por uno de chocolate. El resultado es deliciosamente maravilloso.
Chocolate es sinónimo para mí de golosina, de felicidad, del color marrón (color chocolate), de premio, de castigo autoflajelante, de dulce... ¿Pero es en realidad dulce el sabor del chocolate?
¿Cuan dulce sabe tu chocolate, sí en un país que nunca verás, quien lo cosecho en su estado primigenio, no recibió siquiera lo suficiente para alimentar a su familia? ¿Qué tan dulce sabe cuando ves las ganancias que obtienen unas cuantas corporaciones multinacionales? ¿Exactamente cuán dulce sabe tu chocolate, sabiendo que son poderosos gobiernos los que impiden que estos países dejen de estar de rodillas, que puedan competir y que les paguen precios justos? ¿Cuan delicioso es saber que ese dulce sabor en tu boca es uno de esclavitud, en su nueva versión económica? ¿Mientras se derrite en tu boca, cuán dulce sabe tu chocolate, ahora que conoces el sufrimiento que tomó para que llegara hacia ti?
Esta no será una apología exclusiva a la cremosa bebida de pascua pues hay mucho que agradecerle a su variedad convertida en cotidiana sabrosura, que nos endulza la vida durante todo el año y que es herencia de los Aztecas, pero ahora, en este mundo sin fronteras se ha convertido en delicada golosina que se derrite suavemente en la boca e impregna a nuestro afortunado paladar de fragancias terrenales, terrosas y terriblemente culposas; a la cual no podemos resistirnos y simplemente nos dejamos llevar... para disfrutar.
Yo soy golosinómano confeso. Prefiero públicamente los sabores dulces a los salados, adoro la comida tipo chifa (peruana-chino cantonesa) por aquel prodigio explosivo de sabor y dulzor que mejor exponente ha encontrado; deliro también por los dulces entremeses que a los que siempre recurro con placer culposo, y no me avergüenzo por ello.
Evidentemente con los postres no podía quedarme atrás y el soberbio pero honrado chocolate es invitado de honor en todas sus facetas: ya sea solido, como cobertura, como cremoso relleno, como gelido helado y en estas fiestas, su versión bebible en nochebuena.
Ya me entro nostalgia, necesidad por beberlo caliente durante la cena navideña, para poder colocarle a mi taza un par de mashmellows (malvaviscos para algunos) para que se impregnen y se hinchen de puro sabor. ¡¿Quién quiere regalos, quien quiere cena con algo así?!
Pensar en chocolate nos traslada imaginaria y necesariamente a México, a Oaxaca para ser precisos; en donde sigue siendo un placer artesanal y perfecto souvenir que testimonie una estadía en la tierra del mole (que no he probado pero me da mucha curiosidad) y en donde el chocolate Ibarra es el rey. También hacemos escala en Suiza donde las magnas semillas de cacao encontraron perfección a la técnica de elaboración del chocolate bajo la eficiente tradición europea, como una muestra el fino Toblerone (el que mas me gusta de los foráneos). Pese a mis reparos (contra el imperialismo yanqui) también pasa por mi mente la referencia gringa que por años nos ha ametrallado con sus productos elaborados a millones para el mundo: como los primos Kiss y Hershey´s, M&M, que son solo unos pocos. Pero como buen perucho termino en mi tierra, entre chocolates Helena (que se exportan muy bien), toffes La Ibérica y deliciosas barras La Orquídea (desde la selva para el mundo).
Aunque tengo un preferido absoluto; las chocotejas de pasas borrachas. Las tejas son una golosina típica de la ciudad de Ica, compuestas de un fruto seco (pecanas, guindones, cáscara de naranja o de limón), aunque en este caso de pasas maceradas en pisco, envuelto en manjarblanco (conocido también como “dulce de leche”) y cubierto todo en crema fondant. Esas son las tejas, y para la elaboración de las chocotejas se cambia el baño de fondant por uno de chocolate. El resultado es deliciosamente maravilloso.
Chocolate es sinónimo para mí de golosina, de felicidad, del color marrón (color chocolate), de premio, de castigo autoflajelante, de dulce... ¿Pero es en realidad dulce el sabor del chocolate?
¿Cuan dulce sabe tu chocolate, sí en un país que nunca verás, quien lo cosecho en su estado primigenio, no recibió siquiera lo suficiente para alimentar a su familia? ¿Qué tan dulce sabe cuando ves las ganancias que obtienen unas cuantas corporaciones multinacionales? ¿Exactamente cuán dulce sabe tu chocolate, sabiendo que son poderosos gobiernos los que impiden que estos países dejen de estar de rodillas, que puedan competir y que les paguen precios justos? ¿Cuan delicioso es saber que ese dulce sabor en tu boca es uno de esclavitud, en su nueva versión económica? ¿Mientras se derrite en tu boca, cuán dulce sabe tu chocolate, ahora que conoces el sufrimiento que tomó para que llegara hacia ti?
Autor desconocido
Extracto citado de la revista Somos, del reportaje “Cámaras de comercio”, en donde se analiza el fenómeno dumping con el cual los estados poderosos subsidian sus productos en una competencia desleal frente a otros países productores.
4 Comments:
A mi tb me gustan los platos dulces en el chifa y en toda ocasión.
Sin embargo, es la primera vez desde hace mucho que un post me produce nauseas (con las disculpas del caso) al leer esa palabra... te... jas... Una vez fui a Ica y comi tantas tejas que termine intoxicado por una semana y desde ahi le agarré cierta desconfianza.
Me gusta el chocolate, pero la teja me ha revuelto el estomago.
Slaudos.
Ohhh chocolateee!!!! Lo confieso, me encantan los dulces y el chocolate...para qué decir (tengo un post en mi blog del chocolate también, así que gocé leyendo esto que escribiste).
Qué buena idea esa de tomar chocolate caliente en Navidad, acá en Chile eso no se hace, lo común es tomar "cola de mono": una mezcla de aguardiente, leche condensada o leche normal, vainilla, calvo de olor (a veces se le echa canela y nuez moscada también) y café.
Pero chocolate, no estaría mal, para probar, digo...
Muchos saludos Pao!!
...el chocolates es uno de mis sabores favoritos, en especial el amargo y en nieve es glorioso!!.... estas noches he estado abusando del chocolate caliente, es de lo mejor para entrar en calor, claro eso y el tequila jajjajaj......
.... oye, ese párrafo que escribiste del reportaje, realmente te crea algo de conciencia y de apoyo moral, pero eso no solo aplica para el chocolate, desafortunadamente es en muchos de los articulos de consumo tanto, comestible como de vestimenta....
.... saludos de chocolate culpables ... como el delirio del extasis.... bye
ooooh chocolate caliente navideño!
... pero ahora tengo intolerancia a la lactosa y prefiero evitar las inopinadas consecuencias que produciría un chocolate con leche en mi organismo! jeje
Pero eso sí, si quieres tenerme contento me regales chocolate 'milky' de 'la ibérica' de arequipa... es bitter y me hace feliz como lombriz!
Toma nota, que para cuando acabe de leer el blog y comentarlo, seguramente ya será navidad jajaja
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