EN EL MAR LA VIDA ES MAS SABROSA

El corresponsal de este blog acaba de llegar (15:03 pm de hoy lunes, les informo) de la escapada playera del fin de semana, puede sonar contradictorio por lo comentado en él ultimo post pero bueno, nunca me he negado a la terapia de relajo fuera de la ciudad y la universidad me llegó al shopping así que no atiendo reclamos de enojados decanos.

El destino fue Cerro Azul a 132 Km al sur de la ciudad a donde nos escapamos a tempranas horas del día sábado, antes de salir me conecté por el msn con el fin de despedirme –y sacarle cachita- de quienes se quedaban en Lima, pero por lo visto no soy el único al que le gusta despertarse tarde ya que no me encontré ni un gato para contarle mi escapada adrenalínica.
Quién me hizo esta oferta fue mi pata Sergio quien tenía planeado ir con su primo, alias Gago (porque es medio gago), su hermana Nati y el enamorado de esta, ¿y que hacia yo en medio de esta escapada playera familiar?... por ahí llegué a pensar –luego lo confirme- que no era amor al chancho sino a los chicharrones, en otras palabras: me invitaron porque no tenían quien los lleve hasta allá y me vieron cara de chofer gondolero, bueno al final me salió a cuenta porque ellos me cubrieron el hospedaje, peajes y poco más de la mitad del combustible, por eso que no reclamo sino no estaría contando esto porque tengo orgullo, vamos. Además no pienso escribir ni una sola línea dedicada a ellos pues estos días han sido suficientes para empacharme de ellos por un buen tiempo. Por eso este mini post, va –ególatramente y egoístamente- solo dedicado a este pechito.

De mas esta contar que me he tostado al sol, que conocí la peculiar roca que le da nombre al muelle, que me metí a la playa solo dos veces (no nado muy bien pero chapoteo de manera excepcional), que comí un ceviche riquísimo (el sábado) y un chicharrón de pescado alucinante (el domingo) en el modesto pero sabroso restaurante La Malla, que nos dimos un salto hasta la playa Chepeconde (Km. 120 de la panamericana sur) pero por las huevas porque no hay nada mas que la playa, regresando con las mismas ya que ninguno fue a correr olas. También perdí mis lentes de sol y a una de mis chanclas se la llevó el mar (conociendo el agitado mar peruano supongo que mi pobre chancla ira a dar hasta Mollendo en Arequipa. Amigo Arequipeño si ves una chamcla izquierda de color verde con huachafísimas tiras de color azul por favor mandarlas a: jajaja) y el gato del hostal me agarró tanto camote que me lo quería traer hasta Lima de souvenir pero desistí al final de la idea porque fácil le da la churretina (léase: copiosa diarrea) en el camino y no me veo limpiando mi chachi de excremento felino.

Ahora me despido, porque debo ir a la universidad a excusarme el porque de mi ausencia el dia de hoy a mi querida profesora-asesora alias “La Loca” y espero tener igual de suerte como la manifestada en este fin de semana. Nada mas queda decir que suficiente dosis playera por lo queda del año; y que ya me metó a la ducha a sacarme la arena de la cabeza y demás áreas nobles, motivo suficiente para pensármelo mejor la próxima vez.

Por cierto: ¿Pueden creer que la mañana del día sábado nos despedimos de Lima en medio de un día gris y apenas saliendo de la ciudad un sol esplendoroso nos dió la bienvenida?. ¿Pueden creer que hacia tanto sol el día de hoy que provocaba incluso venirse calato pero que este sé esfumo ni bien cruzamos el puente de la avenida Huaylas (entrada de Lima)? Un motivo mas para algún día echar raíces fuera de mi Lima querida.